| Reseña: | 
                 
                   Hay quien razona que el divorcio debería ser efectivo 
                    con un deseo, una simple firma estampada en un documento, 
                    del mismo modo que hacemos cuando queremos casarnos. Si para 
                    tomar esta decisión nadie nos consultó, ni fue 
                    necesario un complejo y largo proceso legal, ni mucho menos 
                    tuvieron que intervenir abogados, no hay razón para 
                    que la disolución sea tan costosa y prolongada. 
                    No obstante y a pesar de que los datos son pesimistas, este 
                    libro no pretende mostrar tan negativamente un problema creciente 
                    de la convivencia humana, sino que, muy al contrario, la intención 
                    es ayudar a dos fines: a) Evitar que las parejas consideren 
                    que el divorcio es siempre la mejor solución, y b) 
                    Ayudarles a que busquen siempre el lado bueno y optimista 
                    de su maltrecha relación, pues siempre hay algo que 
                    salvar entre dos personas que un día se quisieron. 
                   
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