| Reseña: | 
                 
                   La soberbia de muchos profesionales de la medicina química 
                    les ha llevado al tremendo error de creer que si ellos no 
                    son capaces de curar a sus enfermos, nadie más lo podrá 
                    hacer, y ese pensamiento lo transmiten a sus disciplinados 
                    y crédulos pacientes quienes, cuando deciden acudir 
                    a un experto en medicina natural, lo hacen a escondidas, como 
                    quien sabe que está realizando algo incorrecto que 
                    ofenderá a su dueño y señor. 
                     
                    Cual si fuera una inquisición de nuevo cuño, 
                    con sus obispos científicos controlando la sanidad 
                    mundial, los químicos han conseguido que los médicos 
                    naturistas no dispongan de ninguna libertad para curar a los 
                    enfermos que voluntariamente acuden a sus consultas. Tal es 
                    el inmenso lavado de cerebro que han conseguido provocar en 
                    la población que hasta los legisladores les protegen, 
                    del mismo modo que la inquisición eclesiástica 
                    protegió hace años a quienes profesaban la religión 
                    cristiana. Fuera de ellos estaban las otras religiones, todas 
                    perseguidas, humilladas y hasta reos de cárcel u hoguera, 
                    pues el castigo debía ser inmenso para quienes renegaban 
                    de esa única religión. Comparen la situación 
                    actual de las medicinas alternativas y encontrarán 
                    un paralelismo asombroso. 
                     
                    Afortunadamente, hay ya tal cantidad de libros divulgativos 
                    sobre las posibilidades curativas de la medicina natural, 
                    que quien quiera conocernos no tiene problemas, aunque todavía 
                    hay editoriales que obligan a su autor a poner esa frase de, 
                    Consulte a su médico, refiriéndose, 
                    faltaría más, a un médico químico. 
                    Este no es mi caso. 
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